Lísel vive encerrada en el desván desde que su padre murió hace tres días. Pero no está sola: Po, el fantasma de un niño (o niña), que siempre va acompañado del fantasma de un perro (o gato) está intrigado por los dibujos que hace Lísel, y decide visitarla. Y, aunque Lísel no lo sepa, también hay un muchacho, ayudante de un alquimista, que se detiene todas las noches bajo su ventana.